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Eduardo Fuentes confesó su gran dolor en “Mamá por siempre”: “Me hubiese encantado que mi mamá y mi papá hubieran conocido a Alma”

TVD Al Día Agosto 26, 2025 5 min de lectura

Eduardo Fuentes confesó su gran dolor en “Mamá por siempre”: “Me hubiese encantado que mi mamá y mi papá hubieran conocido a Alma” TVN

En un emotivo capítulo del podcast de TVN “Mamá por Siempre”, conducido por María Luisa Godoy, el animador Eduardo Fuentes abrió su corazón para relatar la difícil experiencia que vivió con la infertilidad, el inesperado camino que lo llevó a convertirse en padre y cómo la llegada de su hija Alma transformó para siempre su vida.

Durante años, Eduardo y su esposa Andrée Burgat intentaron ser padres sin éxito. Tras varios tratamientos fallidos, llegó a creer que la posibilidad ya estaba perdida. “Yo había tirado la toalla definitivamente porque habíamos tratado… y ahí tengo este diagnóstico de infertilidad. Fue un mazazo cuando fui al médico, me hacen el examen, llevo los resultados y el doctor me dice mirando el papel, ni siquiera mirándome: ‘No, no vas a ser papá’. Yo le digo: ‘¿Me está diciendo que no voy a ser papá o que me va a costar ser papá?’. Me dice: ‘Bueno, te va a costar, pero en la práctica es lo mismo”, recordó Fuentes.

“Cuando ya se sentían derrotados, conocieron al doctor Pommer, quien les entregó una nueva luz de esperanza. ‘Mire doctor, esto es lo que hemos hecho en materia de infertilidad con tal profesional y en tal clínica’. Y él nos dice: ‘Haría lo mismo, son los mismos protocolos, no hay nada nuevo… salvo por una cosa’. Nos explica que acá lo único distinto es que en el proceso agregan una cosita, como una mochilita para que el huevito se afirme mejor. Y eso nos dio esperanza”, dijo.

Y en paralelo, ocurrió un hecho casi providencial y determinante. “Un día me llama una niña y me dice: ‘Hola, yo te he visto en entrevistas, te agradezco porque acá en la clínica llega mucha gente… Y me dice. ‘además acá quedan muestras tuyas. Hay una muestra tuya acá todavía congelada’. Entonces fui, me pasaron este tubo y me tomé una foto en el auto, le puse el cinturón de seguridad y se la mandé a mi mujer diciéndole: ‘Aquí voy con el niño’. Y esa fue la muestra de la que finalmente nació Alma”, cuenta sobre el momento.

Cuando finalmente se concretó el embarazo y nació Alma, la vida de Eduardo cambió radicalmente: “Yo estuve en su parto, la tomé, corté su cordón umbilical, la limpié, estuve en ese primer instante antes de depositarla en el pecho a su mamá. Y ahora la veo grande, que me trata de manipular o que se ríe, que me hace bromas y digo: ‘Qué maravilla haber sido testigo de esto’. Ha sido lejos la década de más aprendizaje, de más cambios, de más sentir al ser humano de una manera distinta”.

También recordó la vulnerabilidad que sintió al llevarla por primera vez a casa. “El día que la traíamos de vuelta en el auto quería ponerle cojines alrededor. Me vine por las calles menos transitadas porque pensaba: imagínate lo que nos costó y que venga un auto y me choque. Fue una sensación de fragilidad enorme”.

El animador reconoció que la paternidad lo llevó a crecer de maneras inesperadas. “A veces la miro y le digo: ‘Por tu culpa yo hoy día estoy en clase de francés y me metí a esquiar’. Dos cuestiones que no estaban en mi lista y que he tenido que aprender porque tengo que estar a la altura del desafío. Si ser papá es un desafío muy grande.”

Sin embargo, admite que no todo ha sido fácil. “Lo que más me ha costado es la paciencia. A veces uno quisiera que las cosas funcionaran porque uno lo dice, pero los niños tienen sus tiempos. No hay manual de instrucciones para los hijos, cada niño es distinto, y eso es una maravilla”.

El vínculo con sus padres

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Uno de los pasajes más emotivos fue cuando recordó a sus padres, quienes fallecieron antes de conocer a su hija. María Luisa le pregunta si le duele que su mamá no haya conocido a Alma, y el animador responde: “Es brutal. Mi mamá y mi papá. Me hubiera encantado (que hubieran conocido a Alma). Ambos eran muy guaguateros, a ambos les gustaban los niños. (…) Yo sé que mi papá, si bien nunca me lo dijo, pero a través de sus amigos sé que él siempre quiso que yo fuera papá y haber tenido un nieto o nieta… y no lo pudo ver. Entonces siempre tengo como esa espinita clavada”.

“Mi mamá era muy alegre, era rápida, chispeante. (…) Me encantó mucho cuando llevé a Alma chiquitita a la casa de los tíos que criaron a mi mamá, y ellos me dijeron que se parecía a ella, que era igual. Fue una sensación tremenda, unas ganas de llorar, pero también de felicidad”, recordó. 

En su testimonio, Fuentes dejó un mensaje inspirador para su hija y para quienes enfrentan obstáculos similares. “Siempre pienso de qué manera poder prolongar este espacio de tiempo con ella lo más posible… Y lo que me interesa enseñarle a ella es que la vida es un desafío, no es una sentencia. Que no te digan nunca que esto no se puede hacer, como me dijeron que no iba a ser papá o que no iba a trabajar nunca en radio… Yo quiero que me recuerde primero muy alegre, que es el recuerdo que yo tengo de mi mamá. (…) Y segundo, que nadie, nadie la va a amar como la amo yo”, cerró el animador.

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